La frustración es ese sentimiento que nos sobreviene cuando no conseguimos aquello que queremos, cuando sentimos que no logramos satisfacer un deseo que tenemos
¿Qué es la frustración?
Ante la frustración cada persona a su vez experimenta una reacción diferente. Si bien la frustración es de la familia de la rabia y suele ir muy ligada a ella, a veces puede manifestarse también con tristeza o incluso ansiedad.
Nadie consigue todo aquello que desea cuando lo desea. Es imposible. Partiendo de que no es posible lograrlo y por tanto la frustración es inevitable ¿qué es lo que hace que la gestionemos tan mal? ¿Qué nos violenta de ella?
¿Por qué nos resulta tan incómoda la frustración?
Lo primero que hay que preguntarse es si efectivamente tenemos asumido eso de que no podemos lograr lo que deseamos siempre y en el momento en que queremos. Porque el primer gran problema viene precisamente de que en muchas ocasiones creemos que el universo, las personas, las circunstancias, están obligadas a satisfacer nuestros deseos y necesidades, y nada más lejos de la realidad.
“La vida no tiene la obligación de darnos lo que esperamos”.
En ocasiones confundimos lo que consideramos equidad o justicia con que la vida se ajuste a lo que esperamos de ella. La vida no está ahí para cubrir tus expectativas ni las de nadie.
Identificado este punto, lo importante es aceptar que no siempre conseguiremos aquello que nos propongamos por mucho que los sobres de azúcar y las tazas motivacionales nos vendan eso de que “Querer es poder”.
Querer es condición necesaria para poder, pero no única. Muchas veces queremos, nos esforzamos, ponemos todo de nuestra parte, y aún así, las cosas no salen como nos gustaría. Es la vida sucediendo, hay que aceptar que a veces las cosas vienen como vienen.
La clave para controlar la frustración
La clave radica en en aprender a gestionar esta emoción tan incómoda y aceptar la que lo que idealizábamos y la realidad distan de estar en el mismo plano. Entre lo que me gustaría que fuera y lo que efectivamente es, hay una distancia que según afrontemos, puede cambiarnos la vida.
Si entendemos que a veces las cosas no se dan, que por mucho que nos esforcemos no siempre obtendremos los resultados que esperamos y que hemos de aceptar las cosas que son como son, seremos capaces de transitar la frustración, adentrarnos en ella, entenderla, y salir de ella.
Si por el contrario vivimos la realidad como un enfrentamiento en el que nos damos de cabezazos porque las cosas no son como creemos que deberían ser, cuando no entendemos ni aceptamos que las cosas no salen por muy injusto que nos parezca, estamos condenándonos a un sufrimiento que podría haber sido evitable.
La frustración es un estado transitorio y, por tanto, tiene un comienzo y un fin. No es algo que llegue y vaya a durar toda la vida, solo que cuando aparece nos resulta de una incomodidad tan grande sentirla que surge una necesidad acuciante de que se vaya lo antes posible.
Como enfrentar la frustración
La principal manera de enfrentar la frustración una vez asumimos que la realidad no está ahí para darnos todo lo que deseamos, es aceptar que precisamente porque “lo que es, es” muchas veces, no conseguiremos lo que deseamos. Y no dependerá de cuánto lo queramos, busquemos o nos esforcemos. Esa ley engañosa que dice que “querer es poder” es una trampa. Si quieres no siempre puedes. Querer es condición necesaria para poder pero no la única, no nos engañemos.
En la vida habrá muchas ocasiones en las que te esfuerces, en las que lo des todo, en la que des incluso al máximo, y aún así, las cosas no salgan como esperabas, querrías o necesitarías. Esforzarse es algo bueno, te permite mayor número de posibilidades de lograr algo que si te quedas de brazos cruzados esperando que las cosas simplemente ocurran, pero no siempre es suficiente. Es importante no confundir por eso el resultado de nuestras acciones con el valor que nos damos como seres humanos. Lo importante es el proceso, es todo lo que hemos hecho y aprendido, es el camino recorrido. El resultado puede no ser acorde a todo lo anterior y no por eso tú vales menos.
Date valor por el hecho de ser. Acepta que la vida no siempre se acomodará a tus expectativas. De hecho, si puedes, deshazte de las expectativas. Y si la vida viene torcida, aceptación, transición y resiliencia.