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La intención positiva: Todo comportamiento tiene una razón de ser.

Con frecuencia, nos encontramos repitiendo patrones de conducta que nos gustaría poder cambiar. Desde postergar tareas que son importantes hasta reaccionar con ira ante ciertas situaciones, muchas de nuestras acciones parecen ir en contra de nuestros propios intereses y no sabemos en muchas ocasiones por qué hacemos lo que hacemos. Sin embargo, existe una idea fundamental en el campo de la psicología y la Programación Neurolingüística (PNL) que nos ayuda a comprender estos patrones de conducta: y es que detrás de cada comportamiento hay una intención positiva.

Este concepto nos invita a ir y mirar más allá de la superficie y explorar la razón oculta que motiva nuestras acciones buscando la necesidad última que cubre, incluso en aquellos comportamiento que consideramos negativos o contraproducentes. Poder llegar a entender cómo funciona la intención positiva nos permite conocernos mejor y transformar nuestra manera de actuar sin entrar en luchas internas que nos lleven a callejones sin salida.

¿Qué es la intención positiva?

La intención positiva es la razón subyacente (muchas veces inconsciente y oculta para la propia persona) que permite entender un comportamiento desde la perspectiva de quien lo ejecuta. Se basa en la idea de que cada acción, incluso las que parecen autodestructivas o dañinas, de fondo tienen un propósito que busca satisfacer una necesidad, ya sea física, emocional o psicológica.

Por ejemplo:

  • Procrastinar puede tener la intención positiva de evitar el estrés o el miedo al fracaso.
  • Comer en exceso puede buscar generar una sensación de consuelo o seguridad.
  • Reaccionar con agresividad puede ser un mecanismo para protegerse de una amenaza percibida.
  • Mantenerse en una relación tóxica puede obedecer a la necesidad de seguridad o pertenencia.

Teniendo esto presente, el problema no es la intención en sí ni la necesidad que cubre sino el medio a través del cual tratamos de satisfacerla, la forma que tenemos de satisfacer dicha necesidad.

La importancia de reconocer la intención positiva

A simple vista, podría parecer que admitir que un comportamiento negativo tiene una intención positiva es una manera de justificarlo. Sin embargo, el objetivo no es excusarlo en absoluto, sino comprenderlo para poder transformarlo de manera efectiva.

Cuando intentamos cambiar un comportamiento sin entender su intención subyacente, corremos el riesgo de sentir resistencia interna ya que si no sabemos por qué hacemos lo que hacemos, se hace más complicado poder atender la necesidad que cubre de fondo. Por ejemplo, si alguien intenta dejar de fumar sin reconocer que el cigarrillo le proporciona una sensación de calma, podría encontrar muy difícil abandonar el hábito. En cambio, si comprende que lo que realmente busca es tranquilidad, podrá explorar alternativas más saludables para obtenerla.

La relación entre la intención positiva y el cambio de creencias

Nuestros comportamientos están ligados a nuestras creencias. Cuando entendemos la intención positiva de una acción, podemos tener la oportunidad de cuestionar las creencias que la sostienen y por tanto estar más capacitados también para modificarla.

Por ejemplo, alguien que procrastina puede tener la creencia de que «si lo hago perfecto, no podrán criticarme». Su intención positiva es protegerse del juicio, pero su estrategia (postergar) es inefectiva. Al darse cuenta de esto, puede empezar a reformular su creencia hacia algo más constructivo, como «puedo mejorar con la práctica y los errores son parte del aprendizaje».

¿Cómo usar la intención positiva para transformar nuestros comportamientos?

  1. Identificar el comportamiento: Escoge una acción que desees cambiar, especialmente una que te cause malestar o conflicto interno.
  2. Explorar su intención positiva: Pregúntate:
    • ¿Para qué hago lo que hago?
    • ¿Qué estoy intentando obtener con este comportamiento?
    • ¿Qué necesidad está satisfaciendo?
    • ¿Cuál sería una manera diferente y saludable de cubrir esa necesidad?
  3. Cuestionar la creencia asociada:
    • ¿Qué creencia / pensamiento sostiene este comportamiento?
    • ¿Esta creencia es realmente cierta?
    • ¿Cómo me limita esta creencia?
    • ¿Cómo podría pensar de manera diferente para actuar de forma más alineada con lo que quiero?
  4. Encontrar nuevas estrategias: Una vez que hayas identificado la necesidad subyacente, busca nuevas maneras de satisfacerla.
    • En lugar de comer en exceso para calmar la ansiedad, podrías probar la meditación o el ejercicio.
    • En vez de evitar conflictos a través del silencio, podrías practicar la asertividad.
    • Si el miedo al fracaso te paraliza, podrías empezar con pequeños pasos y enfocarte en el proceso en lugar del resultado.
  5. Practicar la autocompasión: Cambiar un comportamiento no es nada fácil, y cuando entendemos que cada acción tiene una razón de ser, una necesidad que cubre en lo más profundo, podemos dejar de castigarnos y empezar a tratarnos con más empatía y autocompasión. Y desde ahí es mucho más fácil poder adentrarnos en los cambios.

Comprendernos para transformarnos

La intención positiva no busca justificar lo que nos daña ni lo que a veces puede dañar a los demás, sino ayudarnos a comprender por qué actuamos cómo actuamos y cómo podemos cambiar desde la comprensión y la amabilidad en lugar de la autocrítica destructiva y el machaque.

Cuando miramos nuestros comportamientos desde esta perspectiva, dejamos de vernos como el enemigo y nos convertimos en aliados de nuestro propio crecimiento, lo que facilita el proceso de cambio. Comprender la intención positiva nos da la llave para transformar nuestras acciones, reformular nuestras creencias y vivir de manera más consciente y alineada con lo que realmente queremos.

Porque, al final, el cambio más poderoso no nace de la lucha contra uno mismo, sino del entendimiento profundo de nuestras propias motivaciones.

Si necesitas ayuda en tu proceso de cambio, no dudes en ponerte en contacto con nosotras, estaremos encantadas de acompañarte.